El Jetsam salió del agua, hacia la arena de la Isla del Misterio. Traía unas cosas esponjosas y rosadas.
"¡Los tengo! ¡Los tengo!" gritó mientras corria hacia una Zafara roja, quien estaba tomando el sol en una silla de playa con una bolsa de naranjas a su lado. "¡Mira, Sheeli! ¡Ya los tengo!"
Al escuchar los gritos del Jetsam, Sheeli se levantó de su silla y miró en dirección a su amigo. Cuando distinguió las piedras de coral en las aletas de su amigo, una gran sonrisa apareció en su cara.
"¡Qué bien, Wilven!" ella dijo, alzando su bolsa de naranjas de la arena. "Ahora que tenemos todo lo necesario, ¡por fin podemos ir por esos estantes de coral naranja que queremos para nuestro Neohogar!"
"¡Vamos a ver al Hada de la Isla!" dijo Wilven. Sheeli asentió con la cabeza.
Los dos Neopets corrieron emocionados por la jungla de la Isla del Misterio, hasta llegar a un claro. Allí estaba su destino: la casa de Jhuidah, la famosa Hada de la Isla. Mientras se acercaban, la vieron reclinada sobre el enorme Caldero, muy ocupada moviendo el espumoso y burbujeante líquido.
"¡Bienvenidos!" ella dijo, alzando la cara. "¿Vienen para usar mi Caldero mágico o a descansar en mi casa?"
"¡Sip!" dijo Wilven casi tropezándose mientras se acercaba al enorme caldero. Miró a la Zafara mientras ambos sostenían los objetos que necesitaban para crear los estantes de coral naranja: una bolsa de naranjas y corales. "Esto es todo lo que se necesita cier--"
"¡Shhhhhhh Wilven!" dijo Sheeli dandole un codazo al Jetsam. "Sí Srita. Jhuidah estamos listos."
"Muy bien" dijo el Hada acercándose al enorme caldero que estaba enfrente de ella. La Zafara tiró todas las naranjas en el caldero seguidas por los corales rosas de Wilven. "¡Veamos si sus regalos le agradan al Gran Pango Pango!"
"Erm... ¿el Gran Pango Pango?" preguntó Wilven riéndose ansiosamente. Los dos Neopets se miraron el uno al otro y luego a Jhuidah.
De repente los ojos de Jhuidah se pusieron rojos y su cuerpo se levantó del suelo lentamente. Wilven y Sheeli se miraron con miedo mientras el caldero donde habían depositado los objetos empezó a escupir un espeso líquido verde cubriendo toda el área de color esmeralda.
Los dos miraron hacia el Hada y notaron que una sombra estaba sobreponiéndose al claro. Wilven señaló hacia lo que parecía una montaña acercándose por detrás de Jhuidah.
No era una montaña -- era el Gran Pango Pango. El mamut emergió lentamente de la parte más honda de la jungla, hasta que se paró en toda su gloria y... rugió. Su estruendoso rugido estremeció las montañas, haciendo olas en el agua y despertando la lava que hervía bajo la isla... El rugido del Gran Pango Pango también aterrorizó a los dos Neopianos más que nunca.
"¡AAAAAAAAHHHHHHHHH!" ambos gritaron, al ver a la titánica figura. Voltearon por donde vinieron y empezaron a correr más rápido de lo que te toma decir "Tigrecuyá".
Muy cerca, en una de las villas de nativos, dos jóvenes Kougras estaban jugando con una pelota Cybunny. Sin embargo, su juego fue interrumpido por un par de gritos, seguidos por un par de Neopianos que gritaban y corrían despavoridos.
"¿El Caldero?" preguntó un Kougra mirando al otro.
"Sip."